
Lo que no se ve, pero sí se siente
Por Itzel Paredes Baños
Fotografía: Itzel Paredes Baños y Freepik

Hablar de duelo suele llevarnos a pensar en la pérdida de un ser querido, pero ¿sabías que existen otros tipos de aflicciones que impactan de manera silenciosa en nuestra vida? Mudarse de ciudad, cambiar de escuela, terminar una relación o incluso renunciar a una meta importante son experiencias que marcan y que, aunque no se hablen tanto, generan un vacío real y profundo en quienes las atraviesan.
No hay pérdidas pequeñas cuando lo que se pierde significaba mucho.
El problema es que estos procesos emocionales casi nunca son reconocidos. A menudo se piensa que “no son tan graves” y se minimiza lo que siente la persona, cuando en realidad pueden afectar su estabilidad emocional y su vida cotidiana: desconcentración en clase, bajo rendimiento, inasistencias o aislamiento son algunas señales que no siempre se interpretan como lo que realmente son: expresiones de dolor.
Lo complicado es que muchos estudiantes optan por callar, temen ser juzgados como personas débiles, exageradas o poco maduras y prefieren esconder lo que sienten aparentando que todo está bien. La falta de información sobre el duelo, sumada a los estigmas de mostrar vulnerabilidad, hace que las y los jóvenes enfrenten estas pérdidas en soledad y sin herramientas para sanar, donde el sufrimiento crece y se vuelve más difícil de manejar.
Sentirse triste, desmotivado o confundido después de perder algo importante no debería verse como una exageración, ni tendría por qué causar vergüenza llorar, al contrario, identificar esas emociones es un paso necesario para procesarlas. Sin embargo, la ausencia de una cultura empática y de espacios seguros dentro de la comunidad estudiantil provoca que estos procesos se vivan en la sombra, cuando lo ideal sería abrir el diálogo y acompañar a quienes lo necesitan.
Ante esta realidad, especialistas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), como Juan Pablo Valdez Aguilar, docente del Área Académica de Psicología, y Ruth Patricia Ávila Vázquez, doctorante en Ciencias Sociales, invitan a visibilizar todos los duelos, no solo los relacionados con la muerte, porque cada pérdida merece respeto, comprensión y acompañamiento emocional.

Juan Pablo Valdez Aguilar, docente del Área Académica de Psicología, y Ruth Patricia Ávila Vázquez, doctorante en Ciencias Sociales.
Para lograrlo, es necesario crear espacios de escucha donde las juventudes se sientan libres de compartir lo que viven sin miedo a ser juzgados, capacitar al personal docente en contención emocional, implementar protocolos que reconozcan los distintos tipos de duelo e incluir atención tanatológica. Con estas medidas, se puede generar un acompañamiento real que fortalezca no solo el bienestar académico, sino también la salud mental y emocional de la comunidad estudiantil.
No hay prisa para sanar, cada quien tiene su propio tiempo.
Al final, se trata de construir una universidad más empática y sensible, capaz de comprender que el bienestar no se reduce únicamente a lo académico. La formación integral no solo se mide en calificaciones o logros profesionales, sino también en la capacidad de reconocer y atender aquello que afecta la vida emocional de cada integrante de la comunidad. Reconocer los duelos invisibles es un acto de humanidad y un compromiso con quienes transitan silenciosamente por momentos de dolor.