
Entre fichas y destinos: cómo la lotería y los dados narran la política mexicana
Por Diego Armando González Jiménez y Samuel Romero Vite, estudiantes de la Licenciatura en Ciencia Política y Administración Pública,
e Israel Cruz Badillo, doctor en Ciencias Sociales de la UAEH

Sentarse alrededor de una mesa con amigos o familia, sacar la lotería o lanzar los dados, parece un pasatiempo inocente. Pero estos juegos tienen mucho más que ofrecer: son espejos en miniatura de cómo pensamos la suerte, las fortunas individuales y los órdenes sociales. En su libro Juegos Tradicionales Mexicanos de la Ludoteca1 de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), se señala que juegos como la lotería, serpientes y escaleras, los dados, la rayuela, y otros ayudan a desarrollar habilidades sociales, cognitivas, pero sobre todo, a conservar tradiciones que construyen comunidad, identidad, y sentido compartido.
1. La lotería y la memoria visual colectiva
La lotería mexicana va más allá del entretenimiento: cada ilustración (El Borracho, La Dama, La Sirena, El Valiente, entre otros) representa un fragmento de nuestra cultura visual. El cantor nombra las cartas, y los jugadores esperan que las imágenes aparezcan en su tablero. En la Ludoteca de la UPN se destaca cómo este juego promueve la memoria, la atención, la socialización y la preservación cultural. En términos de las ciencias políticas, el azar juega un papel importante, no todos llegan al poder solo por mérito, también intervienen factores externos como coyunturas históricas, alianzas estratégicas o simples golpes de suerte. Al igual que en el juego, donde una carta inesperada puede cambiar el curso, en la política una oportunidad bien aprovechada puede catapultar a un actor político a posiciones de gran influencia.
2. Serpientes y Escaleras: lecciones morales en transición
Este juego clásico, de origen hindú, se instaló en México donde la progresión en el tablero simboliza una vida marcada por virtudes (escaleras) y vicios (serpientes). Cada tirada es una metáfora de las decisiones morales: avanzar y retroceder, luchar por el progreso o caer por errores. Su naturaleza moralizante lo convierte en un reflejo infantil de lo político, enseñando que el destino no es solo azar, sino consecuencia de acciones. De igual manera en el ámbito político, este juego es casi un mapa de la trayectoria política: las escaleras representan los ascensos rápidos gracias a logros, alianzas o popularidad; las serpientes, en cambio, simbolizan escándalos, errores o traiciones que hacen retroceder. Así, la política no es lineal, sino un continuo subir y bajar.

3. La Oca: un camino ilustrado de imágenes populares
El Juego de la Oca llegó a nuestro país desde Europa, pero trasciende su origen gracias a versiones ilustradas por artistas como José Guadalupe Posada, cuyo diseño integró personajes populares urbanos (campesinos, músicos, autoridades), convirtiéndolo en una galería de estereotipos y clases sociales. Cada casilla narraba una estampa visual de la convivencia mexicana, facilitando una lectura simbólica del ascenso social, las trampas y los pequeños castigos del orden comunitario.
En el ámbito político, este juego puede verse como una metáfora del recorrido que todo actor o proyecto debe atravesar para alcanzar sus metas. Igual que en el tablero, donde cada jugador avanza siguiendo un camino de casillas preestablecidas, en la política existen marcos legales, procesos institucionales y contextos sociales que determinan los pasos que se pueden dar. Las casillas que permiten avanzar rápidamente, como el famoso “de oca a oca y tiro porque me toca”, representan aquellos momentos de coyuntura favorables: un respaldo popular inesperado, un contexto internacional que impulsa una reforma o la caída de un adversario que despeja el camino.
Por el contrario, las casillas que obligan a retroceder, como los pozos, los puentes rotos o la cárcel, reflejan crisis políticas, escándalos de corrupción, errores estratégicos o reveses electorales que frenan el avance y obligan a replantear la estrategia. En este sentido, la meta final no es simplemente una casilla, sino la consolidación de un proyecto político o la obtención de un cargo relevante, sabiendo que el trayecto nunca es lineal. Así, la oca en política nos recuerda que no basta con diseñar un plan; es imprescindible adaptarse a lo inesperado, aprovechar las oportunidades legítimas y recuperarse con resiliencia de los retrocesos que, tarde o temprano, forman parte del juego.
4. Los dados como herramientas de negociación simbólica
Aunque menos estudiados en estas fuentes, los dados acompañan juegos como la Oca o la lotería. Ellos funcionan como metáforas de la incertidumbre política: decisiones tomadas al azar, alianzas producto de una mano afortunada y narrativas partidas en manos que pueden transformar el juego, justo como en la política, donde muchas decisiones implican un riesgo, desde aprobar una reforma hasta romper una alianza. Un mal “lanzamiento” puede significar el declive de una carrera, mientras que un resultado favorable puede abrir nuevas oportunidades.

En conclusión, los juegos de mesa tradicionales en México son mucho más que entretenimiento, representan microcosmos de la sociedad, donde se juegan la suerte, la moral, la memoria y el imaginario colectivo. Desde las imágenes icónicas de la lotería hasta las trampas simbólicas de las serpientes, cada tablero es una cartografía de valores y tensiones. En la sencillez de estos juegos habita una profunda política de lo cotidiano que no se impone en discursos, sino que se aprende entre risas, maniobras y pequeñas victorias compartidas.
Bibliographic references
Ludoteca UPN. (2016). Libro de juegos tradicionales mexicanos. Universidad Pedagógica Nacional (UPN).
1Es un espacio físico o virtual en las escuelas, universidades o bibliotecas públicas, donde se promueve el juego como herramienta de aprendizaje, socialización y expresión.